Leyendas
- Paris, Alejo
- 24 nov 2017
- 5 Min. de lectura

Hace tiempo que el fútbol dejó de ser solo un deporte, pero la lógica paulatina de desnaturalización de la esencia futbolera apremia a punto tal de replantearnos qué queda de deporte en el fútbol profesional. El amanecer del siglo XXI tiene forma de contradicción, la génesis del apocalipsis deportivo. La tradición oral futbolera intenta conservar los buenos tiempos, pero a los ojos de las nuevas generaciones (de los que se interesan por la tradición) los uruguayos del Maracaná dejaron de ser verdaderos campeones del mundo para ser gladiadores de un cuento mitológico que le sirven como talismán a un hombre que intenta enamorar a una mujer desconocida en algún café de Buenos Aires, y Puskas nunca fue un goleador, siempre fue un premio a los goleadores. La modernidad atenta contra la tradición, contra los melancólicos, contra los románticos, contra el honor –que es uno solo y siempre igual-.
El cambio de valores que propone la óptica moderna supo reeditar un debate que partía de la proposición polémica: “todo tiempo pasado fue mejor”. Así se dividían bandos que, lejos de darle el carácter tradicional que pregona el debate y el foro en la antigua Grecia, no llegaban a conciliar nunca. Tesis y antítesis nunca confluían en síntesis, pero al menos existía el dialogo.
Las sociedades actuales están divididas, no por estas discusiones -que ya no llegan a darse siquiera-, sino por la incomunicación entre ambas partes. La mayoría de los lobos viejos siguen en los bares y las plazas, mientras que los cachorros incipientes acuden a la comodidad de las pantallas. Al mismo tiempo que los lobos están concentrados en el debate (quizás distrayéndose solo al momento de ingerir el vermú), los cachorros prefieren la abstracción con ellos mismos y la transmedia que le posibilita la telefonía inteligente. Separados en sus contextos, lobos y cachorros han perdido la comunicación y por consiguiente el debate. El apocalipsis cultural, la extinción de herencias de viejas historias y costumbres parece inminente.
En este contexto, aun cuando no nos interese tener la razón, aun cuando sepamos que quizás no tengamos la razón. Y aunque no seamos de aquellos viejos y mejores tiempos, tenemos la obligación (todos los que tengamos conciencia) -sea por memoria o por tradición- de defender hasta el final, que el fútbol de antes era más lindo, y que estos once guerreros fueron y son los mejores jugadores de la historia del fútbol. Que podrían ganarle a cualquiera. El triunfo de un hipotético debate es anecdótico, el debate es el triunfo. Recuperar el dialogo es el objetivo.
Desde el invierno soviético hasta la primavera de los campos elíseos en la década del 60, la araña negra fue, para muchos, el mejor portero del siglo XX.
“En Argentina hay 44 medallas de campeones del mundo para 43 jugadores”. El gran capitán, se encarga de recordar, con la soberbia que siempre lo caracterizó, su huella en el fútbol de la argentina. Supo levantar la copa en 1978, e integrar el plantel en 1986, pese a no disputar un solo minuto. Pese a no llevar la cinta en estas leyendas del siglo XX, es el último hombre y encargado de comandar la defensa. Si de defensa hablamos, se presentan en dupla los hombres que más veces vistieron la camiseta del AC Milán.
La pareja de volantes centrales lleva una mezcla de nostalgia, honor, garra y talento. Ambos padres del triunfo. Uno de ellos, padre de la historia del fútbol, además. Como salido de un cuento que se narra cómo canción de cuna para niños antes de dormir, dispuesto a dejar el alma por los suyos y experto en partidos en climas hostiles, el capitán de la épica y de este equipo de leyendas del siglo XX. Por otro lado, el organizador, donde esté; desde atrás, en el medio, incluso llegando al aérea rival. El único hombre que pudo levantar la copa del mundo como jugador y como entrenador, el Kaiser es el mediocentro encargado de la distribución de juego, el estratega de las leyendas.
Ya en la ofensiva, las leyendas no escatiman en talento. Como el mejor misil del Reino Unido se posiciona por la banda derecha el quinto Beatle. La historia nos recuerda sus espectaculares asociaciones con Boby Charlton en el teatro de los sueños. Por el centro y detrás de los delanteros aparece quién, para algunos, fue amo, señor y genio de todo el siglo XX, para algunos con decir “él” alcanza, es un guiño divino -aunque suene contradictorio por haber sido dueño del un siglo lleno de guerras (aquí hablamos de fútbol)-. No solo su pie zurdo quedó en las páginas doradas de la historia del fútbol mundial, también su mano. En Italia, los sureños están convencidos de su tesis: “El vaticano no está en Roma, está en San Paolo”.
El fútbol es un mundo patas para arriba, donde llegó primero el Rey y después Dios. El fútbol, mientras él jugó, llevó su ritmo: zamba, capoeira y tres copas del mundo. En algún momento se lo proclamó y se autoproclamó el Rey del fútbol, pero –como dije antes- en el mundo del fútbol llegó primero el Rey y después llegó Dios.
En el frente, la primer línea, conjuga talento y convicción. Llegó junto a la paz mundial, en el 45 jugó su primer partido en el país que lo vio nacer y con una banda roja cruzando su alma; pero esto es prehistoria. Haría historia en la casa blanca, que le rindió honores hasta el día de su muerte. La saeta rubia y el Real Madrid fueron, son, y serán uno solo.
Para algunos fue el rey sin corona en un mundo donde todavía la corona no terminaba quién es era rey. El fútbol ya no es el de sus tiempos, el exitismo manda y sin corona no podes ser rey. El destino no quiso que levante la copa, pero le tenía deparado algo mejor. Sin el reconocimiento fácil, ese que se rinde a los pies de los resultados, obtuvo el reconocimiento difícil. Fue artífice del mejor fútbol de la historia, del fútbol en su esencia, el que no se repetirá nunca más, el de antes y el más lindo; el fútbol total.
Estas son las leyendas, este es el talismán, que -como aquellos uruguayos de Maracaná- son la esperanza para recuperar el debate y el dialogo. Aquí están, estos son, los mejores jugadores de la historia del fútbol: Lev Shasín; Daniel Passarella, Francesco Baresi, Paolo Maldini; Franz Beckenbauer, Obdulio Varela; George Best, Diego Maradona, Pelé; Alfredo Distefano, Johan Cruyff. Como en los tiempos del rey sin corona, ganar no es todo, el fútbol es todo; ganar el debate ya no importa, el debate será el triunfo.
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